18.1.07

Isla del Sol



Volviendo de la Isla del Sol a casa uno se siente como si hubiese viajado a cien años luz de distancia, fuera de toda lógica y medida de tiempo. La Isla del Sol tiene una manera propia de entender la vida, y cada uno de sus habitantes la encara de esta manera, arreando sus burros, pasteando sus ovejas, estándose en su sitio, como las piedras y los senderos que conducen, siempre, a la vista azul del lago Titicaca. Quien viaja a la Isla debe caminar presto a su silencio: al silencio de la Isla, al silencio propio.
Los más de los visitantes que deciden pasar la noche aquí, desembarcan en la parte sur, correspondiente a Yumani. En el puerto no faltará el niño presto a conducirlo en el asenso por las escalinatas. ¿Dónde se va a alojar?, pregunta Rodrigo con la misma apacibilidad que aguardará, entre tramo y tramo, al agitado viajante que parece cargar el alma dentro de su mochila.
Entre los pequeños senderos cercados de piedra, luego de subir los suficientes metros para perder el aliento, aparecen las primeras posadas, un poco más allá está la escuela de la comunidad y su cancha de fútbol, única superficie plana de la aldea. Quien suba hasta la cima, amén de hallar hospederías provistas de terrazas con sillas, mesas y sombrillas, avistará ambos lados del lago: el día que muere y renace en el horizonte de las aguas. Por un lado la Cordillera de los Andes bolivianos; al otro, la orilla del Perú, habitada de luces nocturnas.
Rumbeando las playas desiertas de la Isla hay chacras de haba, aquí y allá sembradíos de maíz y papa. La vegetación del frío se descubre en la imperdible caminata que va de Yumani, al sur, pasa por Challa, centro de la Isla, y termina en el norte, comunidad Challapampa.
A dos horas y más de paso regular, al final de una leve pendiente, el caminante avistará la magnitud de un espacio limpio que se abre como señalando el final del sendero. Es un lugar que recuerda al color verde, y a la gente se le da por sentarse a descansar en el suelo o en las piedras que rodean la planicie ataviada por nada más que una mesa de piedra y varios banquillos. Pocos metros más adelante, están los laberintos hechos de piedra sobre piedra, cubículos interconectados de una altura poco mayor al metro y medio. Ruinas atribuidas al incario o a Tiwanaku, no importa, lo que el espacio enseña es una cosa de siempre, un equilibrio dado por la tierra a la que el ánimo del viajante se somete seducido por la belleza: el agua, las piedras.
Se retomará el sendero allá donde se lo dejó, donde se quiebra formando una “v” para dar lugar al espacio abierto. En ese punto empieza el descenso hasta la comunidad de Challapampa, donde la arena es finísima y límpida y las cholitas juegan fútbol a orillas del lago. Hay pocos turistas y uno que otro lugar donde servirse una trucha fresca o bien un pejerrey.
Aquí se presenta la oportunidad de tomar un bote para retornar al otro lado de la Isla, pero no faltará quien decida hacer la caminata también de vuelta para comprobar que un camino siempre es también otro, igual que una buena historia cuando se vuelve sobre ella. Se podrá tomar el día entero en esta caminata, y aún quedarán imágenes pendientes, conversaciones con uno mismo, con el compañero o con la novia, fotos que no se vieron ni se guardaron en la retina además de las hermosas que se conserva. Así uno conserva en su fuero la promesa de volver a la Isla del sol, en Copacabana, Bolivia.


12 comments:

Vania B. said...

No conozco la Isla del Sol y es uno de mis muchos pendientes. Con tu hermosa descripción me han dado más ganas de ir y de respirar ese aire frío/fresco del altiplano a orillas del Lago Sagrado.

Un abrazo Osesno.

peregrina paloma imaginaria said...

me hiciste revivir la experiencia!!

es hermoso estar ahí...la imagen que más me marcó fue la del lago a mi derecha y una montaña a mi izquierda, yo caminando en un senderito de 50 cm. de ancho y con un miedo terrible por lo chueca que soy al caminar..jaja

un saludo!

Sakura said...

Qué hermoso!!!... en definitiva uno de los lugares que necesito ir a conocer... yo creo que en vacaciones me daré una escapada para reactivar energías en un lugar mágico...

Saludos =)

La Vero Vero said...

Edu: Tienes algo que me hace admirarte harto: una capacidad increíble de observar y no solo con los ojos, sino con el alma. Me has dejado sonriendo...y tan lindo lo que dices: dispuesto al silencio propio. Cuanto valor tiene el visitarse a uno mismo a veces. Un abrazo.

Edu said...

Vania: tienes que ir, es una maravilla. Pero ahí si te tienes que llevar protector factor 100 para no quemarte con el viento helado.
Gracias Cane, la isla es uno de los lugares que vale revivir escribiendo.
Ceci: andá, hasta sale más barato en comparación a otros sitios.
Vero: eso de mirarse a uno mismo es fundamental, estuve revisando mis escritos del año pasado y esta vez no eliminé muchos porque hasta los que dan verguenza son un reflejo de algo mío que, tornándose evidente, me ayudará a vivir mejor.

Anonymous said...

Me extraña que hables y escribas de la Isla del sol como si fueses un completo extraño que acaba de llegar de quién sabe donde.
Abrazos

Edu said...

Grave tu comentario Oscar. Te podría decir que he querido escribir algo que sea comprensible para cualquier lector, pero hay más cosas para decir, ameritan otro post.

Azael said...

es volver a las venas del pasado como dice el grillo... y ver las mejores fotografías que regaló la pachamama para el artista

Edu said...

Azael: gracias por la visita. La Isla es un gran regalo, sobre el que se vuelve una y otra vez.

Ambarviolenta said...

La Isla tiene una magia que no he experimentado en otro lugar.
Me quedo con el silencio, que ayuda a procesar tantas cosas, a escuchar otras que están por ahí y que la cotidianidad no nos permite escuchar.
Me ayudaste a regresar a ese lugar maravilloso, donde más de una vez he podido sentir tanto...
No creo que suenes a un perfecto extraño al contar tu experiencia. A mí me hizo revivir muchos y vivir la Isla desde otra piel y otra visión. Un abrazo.

Edu said...

Un abrazo Cami, la Isla me sirvió mucho para re-pensar varias cosas.

brujits said...

Wow, la isla del sol, es para quedarse sin palabras la verdad; por rescatar algunas "Templo del Gran Sol Central". Que bien haría a Bolivia y al mundo poder distribiur a cada ser un pedacito de ese cielo. Saludos querido.