24.2.08

Camila Uriona en el Etno

Mañana Camila Uriona le dará vida a un cuento suyo nacido en la más calculada de las fogocidades. Ayer, reviviendo calores improbales a través del ron, preparamos la lectura. Diego Aramburo, el Perro Rabioso y la Vero Vero, bajo la batuta de Pedro Grossman, nos mantendarán en vilo con este relato. Luego Cami también compartirá algunos poemas cortos y filosos como navajas, por tal motivo, en caso de que los parroquianos pidan algo de comer, tendrán que prescindir de cuchillos.
Para ponerle acordes al padecimiento, Vadik Barrón llevará su guitarra en mano.

El docente

Es el primer día que doy clases en una universidad. Anoche me costó conciliar el sueño, hoy me desperté temprano automáticamente. En esta aula hay como treinta alumnos siguiéndome con la mirada, tomándome la palabra con tal atención que por un momento creo que estoy hablando “la verdad”. Nadie sabe quien soy, ignoran el agujero en mi calcetín y la mierda que piso en la calle por lo menos una vez a la semana. ¿Me atribuyen un saber o sólo me lo estoy creyendo? En todo caso esperan algo de mí, al menos más de lo que yo creía que pudiesen esperar. Nadie sabe que, cuando era alumno en esta misma materia que estoy dictando, les enseñé a mis compañeras a encender sus pedos; aquí, sentado en un banco como el que ocupa esa chica callada. Y ahora, por un instante, nunca he perdido un juego de mesa y hasta soy bueno para el fútbol. ¿Qué dirían mis viejos docentes si me vieran en estos trances? He estado frente a un curso, pero nunca de esta manera, nunca viendo mi pasado desde el otro lado de la medalla. ¡Ja!, ¡es tan divertido! Ese respeto con que se dirigen a mí… yo era jodido, pero respetuoso, me importaba mucho la opinión del cate, me ponía contento cuando mi participación lo complacía, igual que este chango que infla el pecho ante mi aprobación. ¡Ja! Es divertido jugar al profesor, ahora entiendo esa ternura en los ojos de la mujer de mi maestro cuando me despedía diciendo: hasta la próxima, Maestro. “Disculpe licenciado, puedo pasar”, una muchacha abre tímidamente la puerta. La dejo pasar y eso que comencé diez minutos tarde… qué voy a hacer, yo también soy un atrasón. Pensé que para un momento como éste iba a ser otro tipo, que iba a ser puntual como un reloj inglés y que iba a saber mucho; solamente ha aumentado mi grado de miopía y el número de canas en mi cabeza, he leído algunos libros y rumiado ciertas ideas que ni de remate pensaba plantear ante un grupo de estudiantes. Hasta pareciera que, como dijo Guichi, el amigo al que reemplazo, soy un profesional muy preparado. Es gracioso, ahora lo comprendo: la energía de un docente se sostiene en la mirada de los estudiantes que le permiten dar la clase.

15.2.08

Gabriel Pantoja

Amigos blogueros, el anterior lunes la lectura del buen Perro Rabioso estuvo genial, para seguir nutriendo la movida del Etno les pido que posteen estos poemas anunciando la siguiente lectura.

Unos poemas de Gabriel Pantoja, que el lunes 18 estará compartiendo su trabajo en el Etno café.

Ciudad

Desde aquí lejano
escribo,
por donde tú
no te asomas
ni ves de lejos
si vengo,

por donde tú
y mi delirio
navegan
juntos,

por donde
no sabemos
si alcanza
a otros.

ALGUIEN LLORA

Alguien llora.

-No es más que el viento.

Alguien llora.
Escucho caer la lluvia.

-No es más que un sueño.

Alguien llora.
¡Que noche más fría!


V / CANDIL

Noche-una densa noche.
Te participo este poema.

Llueve-una densa lluvia.
Mira para afuera.

El mundo es inmenso.
Hay mucho que caminar.

Entonces las hojas se pintan
de azul, la ciudad se moja;
no puede respirar y agoniza.

Entonces siempre pienso en ti
en esta hora, y es
algún mal, una manía.